Mi vida, pensamientos y pareceres

Saturday, February 06, 2021

¿Para qué vamos a al universidad?

¿Para qué vamos a la universidad?

Opinión


¿Qué es una universidad?

Hace un tiempo, había escrito un breve artículo sobre cómo es que se formaron las universidades, el rol de Al-Juarismi y de cómo su objetivo era preservar como fin último, el conocimiento. La idea consistía en hacer de las universidades, aquellos bastiones donde el conocimiento perdurara y eventualmente, se interpretara, se comprendiera, se generara y finalmente, se difundiera. 

Una universidad, es pues, el lugar donde de manera sagrada, casi religiosa, se logra preservar el conocimiento para que éste no muera. Porque el conocimiento debe estar vivo, porque las soluciones más creativas provienen de una profunda comprensión de la materia, más que de una acumulación de títulos que no se puedan respaldar. 

Decía una muy querida amiga mía, Roxana Reyes, que para ella las universidades son los centros donde la sociedad invierte dinero para ser ejes de pensamiento. Bajo esta premisa, nuestro rol como funcionarios universitarios, debiera ser el potenciar al máximo el pensamiento en la sociedad como un todo, teniendo la creación de profesionales a través de la titulación de estudiantes como un efecto colateral, pero jamás verlo como un fin en sí mismo.

La práctica universitaria actual y sus consecuencias


Como indiqué en la sección anterior, la universidad es vista socialmente, sólo como un ente de movilidad social, algo en lo que las personas entran para tener un título universitario, pero no se hace un hincapié especial en la parte de aprender. 


Probablemente nosotros, los profesores, tengamos alguna responsabilidad al respecto. Considero que una de las prácticas que debemos revalorar los profesores es determinar si un estudiante aprueba o reprueba, únicamente por el resultado en una batería de preguntas que pueden ser contestadas sin haber comprendido la materia. Como ejemplo se puede ver el caso de una de las materias que causa más desasosiego en los jóvenes, la matemática. Los jóvenes aprenden a sumar, restar, multiplicar y dividir números, pero se les escapa por completo el concepto de qué es un número. Entonces hemos perdido de vista la importancia de los conceptos, los cambiamos al darle importancia a los ejercicios, esto resulta en que los estudiantes aprenden a mecanizar (por una vía muy dolorosa) cada posible tipo de ejercicio, en lugar de entenderlo.


Está bien que una persona necesite saber sumar, pero también necesita comprender lo que está haciendo, porque no basta con saber sumar, sino, necesita entender cuándo debe sumar, el porqué el problema al que se enfrenta se resuelve con una suma. Debe comprender las propiedades que debe aplicar o no a la hora de afrontar la naturaleza de un problema. Todas esas habilidades tácitas en el sistema educativo debieran ser las principales, porque como todos sabemos, ya las computadoras saben sumar, sin errores y millones de veces más rápido que lo que un humano jamás podría.


Estamos tan sumidos en los ejercicios que perdemos de vista soluciones elementales.  En una ocasión, para un ejercicio para validar que un número tiene 6 dígitos, se sugirió la necesidad de elaborar una función “cuenta_dígitos”. El tema es que eso ocurre por enfocarnos en lo que sabemos usar, sin comprender a fondo la naturaleza del problema, en lugar de brindar la solución más sencilla. En el ejemplo anterior, de acuerdo con el sistema numérico decimal posicional (en primaria de Costa Rica, usualmente denominado allá por los 90 “la casita de las unidades”, puede verse aquí https://www.mep.go.cr/programa-estudio/matematicas%20), donde hay unidades, decenas, centenas, unidades de millar, etc, se aprende que todos los números de 6 dígitos en este sistema, están entre cien mil (incluido) y un millón (excluido). Es decir, la solución de ese ejercicio en realidad, recae en un conocimiento que los niños de primer grado de escuela que sepan numerar hasta un millón, ya debieran entender, el valor del número indica la cantidad de dígitos que tiene.


Considero que si un estudiante escribiera la función “cuenta_digitos”, es porque le falta comprender el sistema decimal o le falta comprender que un problema debe ser resuelto con la más eficiente de todas las herramientas que tiene a disposición, es decir, demuestra un vacío conceptual importante que debe ser subsanado, aún cuando el resultado final del ejercicio esté bien, la solución planteada, está lejos de estarlo.


La consecuencia principal de esta situación es que vamos a perder poco a poco en la sociedad la capacidad de pensar, de entender y comprender, de resolver problemas creativamente y más grave que todo, vamos a ser incapaces de utilizar herramientas de formas que no hayan sido previamente aplicadas (como lo hacen las máquinas). Algunos dirán que no es necesario explicar esas cosas, que se le paga a un profesor para que el estudiante aprenda a hacer cosas, nada más. Pero… ¿qué va a pasar cuando hayamos generado sólo profesionales que nunca se han cuestionado nada? ¿Qué va a pasar con la investigación científica si la dejamos en manos de quienes no saben utilizar el sistema numérico decimal posicional? Son temas que realmente me han puesto a pensar y me falta claridad para verles solución.



Expectativas sobre los estudiantes


Hace poco, en una reunión, un muy querido amigo decía que los estudiantes del Tecnológico son estudiantes que les gusta la matemática y que disfrutan los retos intelectuales y que les gusta resolver problemas de matemática. Siendo profesor de computación por 9 años, he conocido a algunos estudiantes así, pero siendo honesto, muy pocos. Tal vez, muchos estudiantes creen eso de sí mismos cuando están en el colegio, porque asocian la matemática con la capacidad para resolver una ecuación o evaluar una función. El problema es que esa parte de la matemática, como señalaba antes, está resuelta. La matemática en realidad, se basa en demostraciones, en explicaciones, en conceptos. Justamente cuando llegan a esa parte de la matemática, que es mucho más difícil y mucho más humana, es cuando les deja de gustar. Hay una belleza subyacente en este enfoque, que es la misma que se aprecia cuando se lee una poesía o se admira una pintura, una belleza que quizá hemos fallado en transmitirle a los estudiantes. 


Una demostración matemática necesita de mucho esfuerzo y muchas veces no se logra, es como escribir un poema. Estoy seguro que “Vuelo Supremo”, por ejemplo, no se produjo en el primer intento de una hora en una semana, ni fue el primer poema escrito por Julián Marchena. Pero aún intentando algo, sin lograrlo, mientras se realice ardua y correctamente, debe producir frutos. Para ilustrar mejor mi punto utilizaré un par de frases muy interesantes:


"Yo no estoy orgulloso de las cosas que he aprendido, de los libros que he escrito, estoy orgulloso del esfuerzo que he hecho por aprender, porque es este esfuerzo el que hoy me da el derecho a la palabra"

Wittgenstein (filósofo y matemático austríaco)


“La nueva pedagogía es que en la escuela debemos aprender divirtiéndonos, jugando y quien no os pide un esfuerzo os está engañando, porque en la vida seremos exactamente el esfuerzo que haremos en las cosas que tendremos que hacer.

Nuccio Ordine (profesor y escritor italiano)


Hace poco un estudiante que no quiso identificarse, dijo esto refiriéndose a mí, “es del tipo de profesor que apela a la idea de "si los hago sufrir entonces aprenden" cosa que el profesor ha dado a entender en varias ocasiones”, quisiera acotar que la frase de Wittgenstein hace referencia al esfuerzo, no al sufrimiento que son cosas diferentes, pero es importante notar cómo mis palabras, probablemente sobre el esfuerzo, transmutaron en el verbo “sufrir” en un estudiante. Como dijera Juan Luis Guerra, “es muy difícil pasar el Niágara en bicicleta”, es también muy difícil lograr un objetivo académico, cuando un estudiante no logra diferenciar entre esfuerzo, disciplina, estudio y sufrimiento. ¿Es que acaso piensa que está en la universidad sufriendo, mientras logra el título? 

Políticas de mediocridad


Entre la presión que se ejerce a la universidad por graduar “profesionales” para satisfacer un mercado mundial y el afán de complacer de algunos profesores, hemos llegado a la situación decadente donde se pierde de vista el valor de aprender y comprender y en un acto de absoluto servilismo, haciendo eco a frases como “time is money”, se ha logrado reducir un crédito (que es un término económico) a un monto en tiempo, equivalente a 3 horas. ¿Quién dijo que un concepto se entiende siempre en el mismo lapso de tiempo? 


Si el objetivo fuera levantar una pared de ladrillos o hacer huecos en la tierra, estoy de acuerdo, se puede tomar el tiempo que toma cada una de estas acciones, promediarlo y calcular cuánto tiempo me tomaría hacer un edificio o labrar un terreno. ¿Pero cuánto tiempo se requiere para comprender y aplicar un concepto? Es un acto de absoluto terrorismo el querer supeditar el aprendizaje de una persona al tiempo que se requiera para realizarlo, mucho menos cuando se pretende hacerlo masivamente, hay temas que se facilitan más, no por talento innato, sino porque ya se le ha dedicado más tiempo, se ha mostrado más interés y precisamente eso genera frutos. Aprender, no puede ser operativo.


Hemos querido institucionalizar tanto esa tasa de conversión entre créditos y tiempo, que hace algunos años recibí un comunicado en mi unidad que indicaba que de ese punto en adelante, toda asignación debía incluir el tiempo que requeriría realizarla y desde luego que nunca debía exceder el número de horas estipulado en el creditaje del curso. Volviendo a la metáfora sobre escribir una poesía, me parece que el tiempo necesario para transcribir una poesía es mucho menor que el tiempo que se necesita para escribirla, pero cuánto es el tiempo que se debe invertir para poder tener esa dosis de inspiración, cómo se mide ese tiempo que se invierte en leer a otros autores, en aprender español… en fin, seguiré insistiendo en que no es posible medir la educación, mucho menos, en tiempo. Por ejemplo, la ecuación de Schrödinger, la hizo en un balneario en Suiza, mientras estaba con una de sus amantes (tuvo hijos con cinco mujeres diferentes), y les garantizo que no fue que llegó a trabajar a ese lugar, sino que fue la corona en el pastel de un proceso mucho más largo y a la vez estimulante.


Siempre que puedo, con profesores de Colombia, México, Cuba, Argentina o Bolivia, he comentado sobre esta presión que se ejerce sobre nosotros, en mi unidad, para que todas las tareas se hagan y se planifiquen en un tiempo estipulado previamente. Con unanimidad, me indican, palabras más, palabras menos, que es un absurdo (al menos, mi trinchera no está vacía).


En este sentido de la presión por terminar una carrera en cierto tiempo dado, me gustaría dejar aquí una obra de un poeta griego, que creo que resume muy bien el valor del aprendizaje.


Ítaca


Cuando emprendas tu viaje a Ítaca 

pide que el camino sea largo, 

lleno de aventuras, lleno de experiencias. 

No temas a los lestrigones ni a los cíclopes

ni al colérico Poseidón, 

seres tales jamás hallarás en tu camino,

si tu pensar es elevado, si selecta 

es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. 

Ni a los lestrigones ni a los cíclopes 

ni al salvaje Poseidón encontrarás,

si no los llevas dentro de tu alma,

si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo. 

Que muchas sean las mañanas de verano 

en que llegues -¡con qué placer y alegría!- 

a puertos nunca vistos antes.

Detente en los emporios de Fenicia

y hazte con hermosas mercancías,

nácar y coral, ámbar y ébano

y toda suerte de perfumes sensuales,

cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.

Ve a muchas ciudades egipcias

a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en tu mente.

Llegar allí es tu destino.

Mas no apresures nunca el viaje.

Mejor que dure muchos años

y atracar, viejo ya, en la isla,

enriquecido de cuanto ganaste en el camino

sin aguardar a que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te brindó tan hermoso viaje.

Sin ella no habrías emprendido el camino.

Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.

Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,

entenderás ya qué significan las Ítacas.


Konstantino Kavafis

(Traducción)



Experiencia positiva

Finalizo este texto con una luz en mi camino, el ser profesor universitario me ha llenado de experiencias positivas, he aprendido muchísimo y he agradecido cada minuto de aprendizajes que me ha dado la vida. 

Como anécdota, he podido ver a profesores que han logrado tanto impacto en sus estudiantes que éstos les quieran y aprecien por todas las enseñanzas, aún cuando mayoritariamente pierden su curso. Es tanto el impacto que tienen en sus alumnos, que hasta los padres de los estudiantes saben quiénes son, los reconocen hasta por la voz (porque  graban a escondidas sus clases) y cuando los ven en la calle, les hacen regalos (¡Sí, luego de que sus hijos perdieron el curso!). 

Con esto quiero señalar que es posible sembrar en los estudiantes tanto amor por la materia, tanto conocimiento y tantas herramientas que, aunque les cueste trabajo, esfuerzo y mucho sudor, no lo ven como sufrimiento, sino que lo agradecen y brillan tanto que quienes están a su alrededor notan también su brillo y aprecian en quiénes se han convertido a través de la educación. Es decir, es posible hacer una universidad que sea vista como algo mejor que una maquila de títulos, como algo que trascienda tanto en nuestro alumnado que su brillo permee a sus conocidos en lugar de que su talento se opaque por pedazo de cartón.

“No sólo de pan vive el hombre, yo si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle, no pediría un pan, sino que pediría medio pan y un libro. Yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas, sin mencionar las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan, que gocen de todos los frutos del espíritu humano, porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del Estado; es convertirlos en esclavos de una terrible organización social. Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento, porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansias de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía”

Federico García Lorca (poeta y dramaturgo español)


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