Mi vida, pensamientos y pareceres

Friday, May 08, 2009

Este es el mes de las madres en muchos países, acá les dejo esto

Quién quiere doscientos pesos?
Jorge Calderón Gutiérrez (Padre)

Yo tuve una madre buena.
Yo tuve madre Santa.

La que me arrulló en la cuna.
y lavó mi ropa blanca
de noche frente a la luna.

La que con ojos cansados
veló mi cunita, enferma,
mientras sus manitas buenas
cosían ropas deshechas.

La que me enseñó, piadosa,
mis oraciones de niño,
y me ayudaba en la escuela
más que nada por cariño.

Yo tuve una madre buena
Yo tuve una madre Santa.

Con cuántos desasosiegos
no costeó la pobrecilla
mis estudios de primaria

con cuánta ropa lavada
y planchada, mi mamita,
no pagó mi secundaria.

Y aún recuerdo que por pena,
delegó en una sobrina
el hecho de acompañarme
marchando por el estrado
al recibir mi diploma
legal de bachillerato.
Porque por vestirme bueno
con traje de tela cara
ella, la pobre se puso,
tela de ropa barata.

Y en el fondo de la sala,
la recuerdo arrinconada.
Y mientras toda la gente
con regocijo aplaudía,
por su cara dulce y buena,
lágrimas de amor y dicha
corrían por sus mejillas.

Yo tuve una madre buena,
Yo tuve una madre Santa.

Quise estudiar Medicina.
la especialidad buscada
en mi país no existía,
y en un país extranjero
la estudié por su porfía.

— Vete, me dijo márchate
A coronar tu carrera,
Que aunque jirones de la vida,
deje lampaceando pisos,
yo te juro que dinero
te llegará día a día.

Y me lo envió. “Pobrecilla”.
Y nunca me faltó nada.
Y por cinco largos años
Sus manos sacrificadas
hicieron que ver pudiera
mi carrera coronada.

Triunfé. Tan brillantes notas
obtuve que, en pago y premio,
me dieron con el diploma
más alto que dar se pueda
mi pasaje de regreso.
Y volé...
Y volé con ansias locas
De entregar aquel
A quien más lo merecía,
Para ponerlo en sus manos,
Y gritar a pulmón lleno
Que era suyo más que mío.
A la casa llegué loco de contento,
de alegría,
y al golpear a la ventana
porque la puerta no abría,
una vecina de
me dijo:
— ¿A quién buscas?
— A mi madre, le contesté muy ufano.
— ¿La viejita que lavaba
pisos de noche y de día?
— Sí, le dije: ¡Esa es mi madre!
La mejor del mundo, ¿sabe?
Y cómo no he de saberlo
me dijo aquella vecina
si murió lavando pisos anteayer.

Y ayer, cuando la enterramos,
al desasirle las manos,
que las tenía crispadas,
le encontré doscientos pesos:
los últimos que ganara
para enviárselos a su hijo,
y ayudarle a que a su lado
lo más pronto regresara.

— Tómalos. Aquí los tienes.
Es dinero bien ganado.
— ¡Y no iba a serlo! Aquí están
doscientos pesos cansados.
— ¿Los quiere alguien? Los regalo.
Tómenlos, por Dios, que a mí...
¡A mí me queman las manos!..

Monday, May 04, 2009

Es una historia para partir el corazón


DIARIO DE UN PERRO

Semana 1:
Hoy cumplí una semana de nacido, ¡Qué alegría haber llegado a este mundo!

Mes 01:
Mi mamá me cuida muy bien. Es una mamá ejemplar.

Mes 02:
Hoy me separaron de mi mamá. Ella estaba muy inquieta, y con sus ojos me dijo adiós. Esperando que mi nueva 'familia humana' me cuidara tan bien como ella lo había hecho.

Mes 04:
He crecido rápido; todo me llama la atención. Hay varios niños en la casa que para mí son como 'hermanitos'. Somos muy inquietos, ellos me jalan la cola y yo les muerdo jugando.

Mes 05:
Hoy me regañaron. Mi ama se molestó porque me hice 'pipí' adentro de la casa; pero nunca me habían dicho dónde debo hacerlo. Además duermo en la recámara... ¡y ya no me aguantaba!

Mes 12:
Hoy cumplí un año. Soy un perro adulto. Mis amos dicen que crecí más de lo que ellos pensaban. Que orgullosos se deben de sentir de mí.

Mes 13:
Qué mal me sentí hoy. 'Mi hermanito' me quitó la pelota. Yo nunca agarro sus juguetes. Así que se la quité. Pero mis mandíbulas se han hecho muy fuertes, así que lo lastimé sin querer. Después del susto, me encadenaron casi sin poderme mover al rayo del sol. Dicen que van a tenerme en observación y que soy ingrato. No entiendo nada de lo que pasa.

Mes 15:
Ya nada es igual... vivo en la azotea. Me siento muy solo, mi familia ya no me quiere. A veces se les olvida que tengo hambre y sed. Cuando llueve no tengo techo que me cobije.

Mes 16:
Hoy me bajaron de la azotea. De seguro mi familia me perdonó y me puse tan contento que daba saltos de gusto. Mi rabo parecía reguilete. Encima de eso, me van a llevar con ellos de paseo. Nos enfilamos hacia la carretera y de repente se pararon. Abrieron la puerta y yo me bajé feliz creyendo que haríamos nuestro 'día de campo'. No comprendo por qué cerraron la puerta y se fueron. '¡Oigan, esperen!' Se... se olvidan de mí. Corrí detrás del coche con todas mis fuerzas. Mi angustia crecía al dadme cuenta, que casi me desvanecía y ellos no se detenían: me habían olvidado.

Mes 17:
He tratado en vano de buscar el camino de regreso a casa. Me siento y estoy perdido. En mi sendero hay gente de buen corazón que me ve con tristeza y me da algo de comer. Yo les agradezco con mi mirada y desde el fondo con mi alma. Yo quisiera que me adoptaran y seria leal como ninguno. Pero solo dicen 'pobre perrito', se ha de haber perdido.

Mes 18:
El otro día pasé por una escuela y vi a muchos niños y jóvenes como mis 'hermanitos'. Me acerqué, y un grupo de ellos, riéndose, me lanzó una lluvia de piedras 'a ver quien tenia mejor puntería'. Una de esas piedras me lastimó el ojo y desde entonces ya no veo con él.

Mes 19:
Parece mentira, cuando estaba más bonito se compadecían más de mí. Ya estoy muy flaco; mi aspecto ha cambiado. Perdí mi ojo y la gente más bien me saca a escobazos cuando pretendo echarme en una pequeña
sombra.

Mes 20:
Casi no puedo moverme. Hoy al tratar de cruzar la calle por donde pasan los coches, no me arrolló. Según yo estaba en un lugar seguro llamado 'cuneta', pero nunca olvidaré la mirada de satisfacción del conductor, que hasta se ladeó con tal de centrarme. Ojalá me hubiera matado, pero solo me dislocó la cadera. El dolor es terrible, mis patas traseras no me responden y con dificultades me arrastré hacia un poco de hierba a ladera del camino.

Mes 21:
Tengo 10 días bajo el sol, la lluvia, el frío, sin comer. Ya no me puedo mover. El dolor es insoportable. Me siento muy mal; quedé en un lugar húmedo y parece que hasta mi pelo se está cayendo. Alguna gente pasa y ni me ve; otras dicen: 'No te acerques' Ya casi estoy inconsciente; pero alguna fuerza extraña me hizo abrir los ojos. La dulzura de su voz me hizo reaccionar. 'Pobre perrito, mira como te han dejado', decía... junto a ella venía un señor de bata blanca, empezó a tocarme y dijo: 'Lo siento señora, pero este perro ya no tiene remedio, es mejor que deje de sufrir.' A la gentil dama se le salieron las lágrimas y asintió. Como pude, moví el rabo y la miré agradeciéndole me ayudara a descansar. Solo sentí el piquete de la inyección y me dormí para siempre pensando en por qué tuve que nacer si nadie me quería.

La solución no es echar un perro a la calle, sino educarlo. No conviertas en problema una grata compañía. Ayuda a abrir conciencia y así poder acabar con el problema de los perros callejeros.