Mi vida, pensamientos y pareceres

Monday, April 06, 2015

El gran engaño de la educación

"El papel aguanta lo que le pongan" suele ser un refrán popular, sin embargo, la realidad actual no puede ser más triste. A lo largo de muchos años he visto como se quiere mejorar la educación, he podido ver como es que se han implementado muchos modelos nuevos de educación, se empezó a mencionar términos como enseñanza-aprendizaje, luego sólo aprendizaje, de modo que el profesor dejó de ser el que sabía la materia para pasar a ser un facilitador de la materia. Bajo el argumento de que todos los estudiantes son curiosos y tienen una fascinación por aprender, se ha cambiado el enfoque "arcaico" de la educación tradicional, por un modelo donde a los estudiantes se les presenta retos de modo que conforme vaya aprobándolos así será su aprendizaje.

Sin embargo, lo que realmente está pasando, al menos en el ámbito donde me desenvuelvo, es que las personas han adquirido la habilidad de responder correctamente sin entender lo que está pasando realmente a su alrededor, sin saborear la materia y lo que es peor, creyendo que con lo que saben hacer, es equivalente a quien realmente comprende la materia. Los profesores incluso, ya han perdido la habilidad para poder determinar cuando un estudiante realmente sabe o ha aprendido algo en contraste con quien no lo ha hecho a conciencia y profundidad.

Los ejemplos más tristes donde esto ocurre es en el área de las matemáticas. Por ejemplo, justificamos que un estudiante sabe resolver ecuaciones cuadráticas si es capaz de levantar el lápiz y marcar la opción correcta en un examen de selección única. Despreciando que haya sido obtenida por producto del azar (aunque al haber varias preguntas, este punto se corrige en el tiempo), o sin considerar que pudo aprender a usar la calculadora que se lo resolvía por él o lo copió del vecino o lo hizo haciendo la fórmula general del discriminante. Pero aún así, aquellos que son capaces de hacerlo sin calculadora, lo más probable es que no comprendan el porqué esa fórmula resuelve la ecuación, sino que la memorizaron y listo.

A criterio de este profesor, ese porqué es lo único valioso de resolver la ecuación, es la forma que justifica ese proceso, repetir ese proceso sin sentido resulta algo no sólo inútil, sino moralmente desconsiderado para quienes desean poder aplicar las bases de esa fórmula fuera de ese contexto. Incluso, si se desea que se reconozca una situación afín o análoga al problema es mucho más fácil si se tiene esa base sólida que es la justificación.

Actualmente podemos ver como cientos de miles de jóvenes cada año se gradúan de la primara, secundaria y hasta universidad, donde supuestamente han aprobado ciertos cursos que les certifica como acreedores a ese título, pero ante una pregunta o una situación que involucre conocimientos básicos que (supuestamente) están en el plan de estudios, muchos pierden la ecuanimidad y se asustan o peor aún les es indiferente el no saber algún concepto.

Demasiada confianza en "La fórmula"

En una ocasión un estudiante me preguntó si yo sabía "la fórmula" para realizar una conversión de dólares a colones. Parece que en algún punto a alguien le dieron muchas fórmulas de manera que siempre se apoyaba en ellas  para todo (quizá mediante algún papel, porque en matemática es prohibido memorizar fórmulas, dado que todo está en internet), a tal punto que olvidó y dejó de hacer por completo lo que debió ser desde un inicio, entender lo que está haciendo. Porque hasta para dividir o multiplicar se necesita una fórmula.

Actualmente muy pocos estudiantes son capaces de deducir las "fórmulas" a partir de la información que se presenta. Parecen muy resueltos a aceptar que aquella fórmula es equivalente a una caja negra hecha por eruditos cuyo razonamiento es incomprensible, lo que me parece preocupante es que es la misma lógica que se seguía cuando se "aplica magia negra o blanca" durante la edad media y se confiaba en el brujo (por no decir estafador).

Lo que es aún peor, no sólo se acepta aquello como una deducción fantástica e infalible, sino que se ni siquiera se cuestiona, se prefiere aceptar aquello como algo verdadero antes que intentar deducir la razón por la que aquello es verdadero. Alguien podría argumentar que no está mal, mientras puedan aplicar la "fórmula" sin embargo, ¿qué ocurre cuando aquella fórmula está incorrecta o cuando es susceptible a mejoras?

El aceptar ciegamente algo por pereza de pensar o de cuestionar es impensable para cualquier persona, pero en educación, aquello es completamente inaceptable, porque precisamente se está incumpliendo el principio formativo que debe tener la educación, ese valor agregado que sólo la escolaridad a través de personas que ya han pasado por el proceso de comprensión pueden transmitir y valorar o evaluar si aquel alumno (estudiante, aprendiente o como quiera llamarlo, el nombrarlo diferente no logra que aprenda más), está cumpliendo con el requisito mínimo acorde con el nivel que se espera de él.

Perdido en el limbo

También hemos perdido por completo la noción de lo que somos capaces o no de hacer, recientemente se me acercaron un grupo de estudiantes consultándome sobre la dificultad de un proyecto y tomando en cuenta mi opinión sobre su vialidad para desarrollarlo.

En realidad la dificultad y la naturaleza del proyecto excedían mis capacidades y conocimientos, sin embargo, dadas las preguntas que me estaban realizando, también pude notar que yo estaba mucho más informado sobre los temas necesarios para poder realizar el proyecto que los mismos interesados. Quizá esto no suene tan grave, pues precisamente ellos querían saber si en mi opinión era un proyecto, según sus palabras "muy matado", sin embargo la gravedad del asunto viene de que ese proyecto fue planteado por un profesor que le ofreció esa posibilidad a ese grupo de estudiantes, sobreestimándolos o (lo que considero más probable) sin comprender a fondo la dificultad del problema y el contenido de los cursos llevados hasta ese punto de la carrera de forma que pudiera saber que no todos los problemas tienen el mismo nivel de dificultad.

El problema del engaño

Con estas observaciones, quiero llegar al punto en que estamos en una época dorada de la educación, que llega a todos los niveles, el número de egresados de primaria es muy alto, de secundaria es menor, pero igualmente alto y de universidad es cercano al 7% de la población. Los planes de estudio son muy completos y demás. ¿Pero qué es realmente lo que está quedando en la mente de los graduados? ¿Están listos para pensar más allá de una fórmula?

Lo que realmente me preocupa es que a nadie parece importarle lo que un estudiante sea capaz de cuestionar, incluso a los profesores más cuestionadores (por llamarlos de alguna forma), es sencillo aprobar sus materias sin estar obligados a pensar en lo más mínimo (creo que me incluyo en el grupo).

Mi dilema actual consiste en entender a quién estamos engañando al otorgar un título a alguien que no lo merece. Creo que el principal engañado es la sociedad, porque se le hace creer que puede producir más eruditos capaces de realizar labores altamente técnicas y de manera correcta. Pero por otra parte, quien se ve beneficiado con todo esto son las empresas, las cuales le dan al estado la obligación de preparar (a medias) a sus ciudadanos "más capaces", mientras ellos los contratan para que ejecuten labores sin cuestionarlas porque para eso han sido entrenados.